Los que han estado en Malta por lo menos una vez no la olvidarán nunca, los que no, aspirarán a llegar hasta allí. Malta es un país maravilloso, una isla extraordinariamente hermosa y fina del Mediterráneo que se conoce desde los tiempos antiguos por sus santuarios únicos, ídolos, estatuas y altares. Malta es la isla más grande del archipiélago con el clima mediterráneo, allí el invierno es lluvioso, el verano es caliente y seco. En este territorio hay pocos ríos y por esto falta agua dulce, de plantas hay robles de hojas duras, cactos, opuncias y camomilas. El oficio principal de los ciudadanos es el turismo, reparación y manutención de los barcos, cuyas rutas pasan por Malta. Además, está desarrollada la elaboración de oro y plata, la fabricación de cristal. En Malta se puede satisfacer y hacer realidad cualquier fantasía o invención: diving con observación de arrecifes de corales, reposo en playas de arena en unas tumbonas confortables, vuelos por encima de la costa, entretenciones en bares, restaurantes, enseñamiento del inglés a los niños, tardes románticas bajo las hojas de palmeras. Valletta, la capital de la isla, encanta con sus vistas. Es un puerto del mar muy considerable y al mismo tiempo el aeropuerto internacional, construida en la Edad de Bronce, famosa por sus panoramas, calles, construcciones únicas, a las que pertenecen la catedral de San Pablo, el Museo Nacional, el Museo de Arte, la Catedral de San Jorge, el Palacio del Gran
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