Es una ciudad antigua, situada en la cumbre de una roca. Atrae a los viajeros con su historia larga y atmósfera romántica inefable, con su naturaleza hermosa y monumentos sin fin. Convencionalmente la ciudad se divide en la Alta y la Baja. La Alta es la zona vieja, aquí se reúnen todas las curiosidades principales y los parques maravillosos. Bajando por las escaleras o en el funicular se llega a la ciudad Baja, el centro de la cual es la plaza Real. Aquí hay varios restaurantes modernos, cafeterías y galerías y una de las curiosidades principales religiosas - la iglesia de la Madre de Dios. Una de las obras de arquitectura más hermosas de Quebec es el hotel Chateau Frontenac, cuya construcción fue acabada en al año 1893. Parece un verdadero palacio y adentro está equipado según las últimas tendencias de técnica y es el más cotizado entre las instituciones de este tipo. Desde las ventanas del hotel se abre una vista panorámica inefable de la planicie Abraham - vastísimo campo verde, donde tuvo lugar la batalla legendaria de ejércitos francés e inglés. El otro evento remarcable que atrae a turistas son los carnavales de invierno. Empezaron a tener lugar en el año 1894 y desde aquel entonces cada año en febrero la ciudad se sumerge en la atmósfera de alegría y magia. Se llevan a cabo los concursos de figuras de nieve, carnavales y desfiles, competiciones deportivas de todo tipo y representaciones musicales. En cuanto a los restaurantes, los de aquí
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