Puesto que la ciudad se ubica en la frontera de Francia y Alemania, la influencia de estos dos países se reflejó a tantas en sus tradiciones culturales y modo de vida. Hoy Strassburg es un conjunto de calles típicas alemanes y edificaciones tradicionales francesas. Los restaurantes le van a ofrecer la cerveza alemana y las mejores marcas del vino francés, la cocina aquí es también muy variada e incomparable. La mayor curiosidad de la ciudad, conocida fuera de los límites del país es la catedral de Strassburg. Este edificio gótico majestuoso fue elevado en el siglo VII y durante un largo trecho quedaba el más alto en Europa. Enfrente de la catedral se ubica un edificio no menos precioso – el Palacio Rogan, donde hoy día está instalado un museo. Aquí se preservan las colecciones de maestros medievales, uno puede observarlas y al mismo tiempo disfrutar del interior refinado de las salas. La parte vieja cuenta con múltiples construcciones de los siglos XVI y XVII, mientras Ud. pasea por las calles, puede ver unas viviendas antiguas con unos patios muy acogedores. En la mayoría de construcciones abrieron unas tiendas de souvenires, talleres de artesanos, así que los viajeros estarán aun más curiosos por visitarlos. Si Ud. consigue visitar Strassburg en vísperas de la Navidad, no podrá reconocer los barrios viejos. Están llenos de ferias multicolores, huelen a dulces y glintvein, la música no se termina toda la tarde, toda la ciudad está sumergida en
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